Memorias de la política y políticas de la memoria: a propósito de AMA y No Olvida

Compartimos la ponencia completa del Dr. Víctor H. Acuña Ortega , miembro académico de la Universidad de Costa Rica , dictada en el Conversatorio ‘‘Museo, Memoria, Derechos Humanos, Verdad, Justicia’’, realizado […]

- 22 abril, 2020

Compartimos la ponencia completa del Dr. Víctor H. Acuña Ortega , miembro académico de la Universidad de Costa Rica , dictada en el Conversatorio ‘‘Museo, Memoria, Derechos Humanos, Verdad, Justicia’’, realizado el 5 de diciembre de 2019 en la Universidad Centroamericana (UCA) como parte de las actividades de clausura de la exposición AMA y No Olvida Museo de la Memoria contra la Impunidad.

Víctor H. Acuña Ortega

Gracias por el honor de esta invitación. Entiendo mi presencia en este evento en primer lugar como homenaje a los fallecidos y como solidaridad con sus familiares, en especial sus madres. También la interpreto como incitación a reflexionar sobre el significado y las proyecciones de este museo

I.- Los imperativos de esta iniciativa:

Si bien entiendo, los imperativos de AMA y No Olvida son:

1.- El deber de recordar a quienes murieron en la represión, imperativo ético de las familias y también de la sociedad a las cuales esas familias pertenecen. Aquí estamos hablando del deber de memoria, una tarea en primer lugar ética y un recurso subjetivo para elaborar el dolor y la pérdida. Esta doble exposición, física y virtual, cumple ambas tareas de manera ejemplar, conmovedora y razonada. No deben haber muchos casos en los cuales se haya recogido casi en el acto los testimonios de tales violaciones a los derechos humanos y en medio de la satanización de las víctimas y de sus deudos por parte del gobierno que las masacró. Me ha quedado claro que este museo es una obra en curso que irá completándose y perfeccionándose.

2.- El derecho de las familias a saber lo que realmente pasó y a obtener justicia y la obligación de la sociedad civil de acompañarlas en esa doble exigencia, que no es solo de ellas sino de toda la colectividad, para su propia supervivencia en el presente y para su vida en común en el futuro. La exposición aporta elementos básicos para las investigaciones judiciales posteriores, necesarias para que se esclarezca la verdad y se designen responsables. Aquí nos colocamos en el ámbito del derecho y la justicia.

3.- Este derecho a la justicia funda la expectativa legítima de que se debe encontrar la forma para que tales crímenes no vuelvan a suceder, es decir, que se establezca un modo de convivencia social y de organización institucional en los cuales esto ya no será nunca más posible. Aquí estamos hablando de la política democrática, en el mejor sentido del término; de la posibilidad de fundar duradera e irreversiblemente un sistema republicano y un estado de derecho en Nicaragua.

4.- Ambos, el derecho a la justicia y la esperanza de la abolición de un sistema político perverso (porque no es solo el Estado, sino también sectores minoritarios de la sociedad quienes han ejecutado y justificado estos crímenes), implican o suponen la necesidad y la tarea de comprender, de pensar, investigar y analizar las razones o los factores tanto de largo plazo como del periodo reciente de la historia de este país que han sido contexto o fundamento de lo que ha pasado. Aquí ya no estamos hablando ni de memoria, ni de justicia, sino de historia y, conviene agregar, de historia y ciencias sociales. En consecuencia, este valiente, sensible y amoroso trabajo de memoria que ustedes han hecho deberá prolongarse en una labor de investigación histórica, en un esfuerzo de buscar el por qué los mataron, en una indagación sobre las condiciones que han hecho posible que en este país el Estado, su gobierno, algunas de sus instituciones claves y ciertos grupos o sectores de la sociedad violen sin escrúpulos los derechos humanos o sean cómplices de tales violaciones.  

II.- La historia y las ciencias sociales al encuentro de la memoria y la justicia:

Como ustedes saben, en los últimos dos años ha habido movilizaciones cívicas populares espontáneas y masivas en distintas partes del mundo: en el Medio Oriente (Irán, Irak y Líbano), en África (Sudán y Argelia), en Asia (Hong Kong), en Europa (Francia) y en América Latina (Chile, Bolivia, Honduras y Nicaragua). Frente a ese contexto global, llama la atención el cruento balance que ha dejado la represión de las protestas en Nicaragua, desproporcionado en relación con su tamaño y población. Surge naturalmente la interrogante: ¿por qué?  Así, se me ocurren algunas preguntas en relación con ese ¿por qué?:

1.- ¿Cuáles serían las condiciones estructurales de la vida política de Nicaragua, unas antiguas y otras recientes, que brindaron el marco e hicieron posible esos crímenes políticos y violaciones a los derechos humanos, es decir, qué tendría que aportarnos el estudio de la historia de este país para comprender esta tragedia?

2.- ¿Cuáles serían los requisitos políticos y sociales para que esos crímenes no queden impunes y se haga justicia, es decir, es posible alcanzar en este país un proceso de justicia transicional?

3.- ¿Cuáles serían las condiciones para que tales crímenes no vuelvan a producirse y cuál sería el papel de estas políticas de memoria en relación con esos crímenes como recurso para una transición política democrática en Nicaragua, es decir, que podrían hacer las “pedagogías de la memoria” por la institucionalización de la vida política y la convivencia social en este país?

4.- Si las memorias de la política podrían y deberían servir de espejo para una democratización sostenible y duradera de Nicaragua; las políticas de la memoria podrían y deberían hacer posible integrar en una sola corriente memorial las personas masacradas, reprimidas e inocentes de ayer con aquellas otras víctimas de otros momentos históricos de este país. La paz y la armonía entre los vivos va a requerir la reconciliación de los recuerdos de los injustamente ausentes.

5.- En este punto podrán y deberán encontrarse memoria e historia, la primera como preservación viva y apaciguada del recuerdo y la segunda como reconstrucción crítica y razonada del pasado; ambas al servicio de una nueva forma de existencia de la sociedad civil y del sistema político.

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