Jeisson Antonio Chavarría Urbina

24 Años - Trabajador

Jeisson Antonio Chavarría Urbina

“Su legado es no tener miedo y luchar por la justicia”

Asesinado en Ticuantepe el 21 de abril de 2018

 Cela Nereyda Urbina Membreño recuerda que su hijo Jeisson Antonio Chavarría Urbina tenía planes a futuro: quería estudiar inglés, prepararse y formar una familia. Había cumplido 24 años y trabajaba duro como cadete de una caponera. Tenía un carácter alegre, amistoso y disfrutaba la compañía de sus amigos con quienes jugaba billar en sus días libres. Lo llamaban cariñosamente “Calulo”.

 

Jeisson se llevaba bien con su hermana, Yerling Ninoska Chavarría Urbina, y con su cuñado, el dueño de la caponera que el joven “cadeteaba”. Yerling relata que su hermano tenía una frase que repetía con frecuencia: “Hay que disfrutar la vida, porque es corta”. En sus ratos libres le encantaba jugar billar, playstation y ver los partidos del Real Madrid. “Era excelente hermano y una buena persona. Era servicial y atento. No le gustaba que lastimaran a los animales, recogía a los animales en la calle”, cuenta Yerling.

El joven estaba bien informado de la situación del país, veía noticias en Facebook y se molestó mucho cuando mataron a los primeros muchachos. También quiso apoyar las protestas de los adultos mayores por sus derechos, porque tenía una sensibilidad especial  hacia ellos. “Cuando manejaba la moto y encontraba un anciano lo montaba y lo llevaba, aunque no anduvieran reales”, recuerda su hermana.

Relata que el 20 de abril, Jeisson se unió a los manifestantes que protestaban con sus banderas en el km 14 de la carretera a Masaya y regresó muy alegre a su casa, a las tres de la mañana, contando que habían botado un “Chayopalo” y que hasta un camión había ayudado en la faena. Al día siguiente se integró con dos amigos a una marcha azul y blanco en Ticuantepe. “Cuando llegaron a la Alcaldía vieron que había turbas de la Juventud Sandinista y policías. Ellos se devolvieron, pero los siguieron y les dispararon. Jeisson recibió un balazo en la cabeza y cayó frente a Unión Fenosa”, dice la hermana.

 

Mucha gente llegó al entierro, también sus compañeros de las caponeras. Personas que la familia no conocía se acercaban a la mamá de Jeisson y le contaban anécdotas del muchacho, de su generosidad y solidaridad. Una señora le contó que ella un día no andaba dinero para pagar el viaje en caponera y él la llevó sin cobrarle nada. Otra muchacha le expresó su gratitud porque Jeisson la había llevado hasta su casa después de haber sufrido un asalto.

 

Cela Nereyda Urbina espera que se haga justicia con su hijo y con cada una de las personas asesinadas. “Que paguen los que lo asesinaron, pero también los que mandaron a matar”, afirma.

Para Yerling, “Jeisson está presente en mi memoria cada segundo de mi vida. Todo en la casa me lo recuerda. Su cuarto, su ropa, la caponera, todo me lo recuerda cada día. Quiero que lo recuerden como un gran héroe, como un chavalo que se unió para defender la causa de los ancianos. Lo asesinan por el simple derecho de protestar”, expresa su hermana.


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