
Salvador de Jesús Arévalo Martínez
“Me parece que está afuera y que pronto va a volver”
Asesinado en Managua el 4 de junio de 2018
Salvador Arévalo Martínez era el cumiche de Isabel Arévalo Martínez. Tenía 32 años y se dedicaba al comercio de electrodomésticos. Era tranquilo, alegre y se llevaba bien con sus tres hermanos. Trabajaba en su moto, aunque antes había laborado un tiempo en la zona franca y en Costa Rica. Al regresar al país, siguió con su negocio en el Mercado Oriental.
Vivía con su compañera en Tipitapa y tenían un niño de dos años. “Salvador era un padre responsable con su niño. Lo quería criar bien y se aseguraba de que nada le faltara. Le compraba todo lo necesario y lo tenía bien arregladito”, cuenta doña Isabel. En sus ratos libres jugaba fútbol y le gustaba bañarse en las piscinas de Tipitapa. Todo el mundo lo recuerda en el barrio como un buen muchacho; era un hijo atento y amoroso, casi a diario iba a desayunar con su mamá, le llevaba provisiones y los domingos la visitaba con su hijito.
Salvador se involucró en las protestas en rechazo a las reformas a la ley del Seguro Social. “Él vio que a los viejitos les estaban quitando la pensión y se fue a meter a la UPOLI para apoyar la protesta de los muchachos”, recuerda la madre. Cuenta que Salvador andaba en una lista que habían levantado unas vecinas del CPC; estaba amenazado porque había denunciado a los de la Juventud Sandinista como autores de la quema de la Alcaldía, contradiciendo el discurso del gobierno que acusaba a los muchachos azul y blanco.
Un día, Salvador llegó a casa de su mamá con los muchachos que estaban en la UPOLI, andaba con dos morteros y doña Isabel, temerosa, le dijo que lo iban a matar. Él le respondió: “Estoy luchando mamá, a mí no me va a detener usted. Estoy joven para luchar contra este gobierno. Me duele que hayan matado a tantos chavalos”.
Cuatro días antes de que lo asesinaran, la madre estaba viendo televisión. Salvador llegó a la casa y le contó que lo andaban siguiendo para matarlo. “Yo voy a ser un héroe y me vas a ver salir en la televisión”, le dijo.
El 4 de junio, mientras Isabel Arévalo esperaba a su hijo para desayunar, recibió una llamada de su hija quien le comunicó que lo habían herido en Tipitapa y que lo llevaban en ambulancia al hospital Alemán. “Yo no podía creer la noticia y salí en carrera hacia el hospital. Cuando llegó la ambulancia vi a Salvador que venía hablando. ‘Cuídenme al niño’, decía”, recuerda la madre.
Doña Isabel dice que luchó con los porteros para que la dejaran entrar para acompañar a su hijo herido, pero no se lo permitieron y ella se quedó esperando afuera. “Al ratito salió el doctor con la bata ensangrentada y me dijo que Salvador había muerto”, relata con un nudo en la garganta. En las afueras del hospital se había reunido un montón de gente, los vecinos, los amigos de Salvador y los muchachos de la UPOLI.
Doña Isabel dice que su hijo fue asesinado por personas a bordo de una camioneta Hilux en la zona del tranque de Tipitapa. “Lo mataron porque no estaba a favor de ellos. Como los chavalos despertaron y vieron que la cosa no era así como decía el gobierno los están matando”, comenta.
Recuerda que su hijo le contaba con orgullo que andaba “luchando por la patria, defendiendo a los chavalos”. “Él era un héroe, un chavalo lleno de vida, cariñoso con su hijo. Su principal legado es la valentía. Él quería una patria libre, que hubiera trabajo, ver a su hijo crecer bien”, agrega.
La madre ahora sólo exige justicia para su hijo: “Que echen presos a los que mataron. El gobierno dice mentiras porque la verdad es que mi hijo era una buena persona. Lo recuerdo mucho, a cada momento… en la casa, en el panteón, en la calle. Me parece que está afuera y que pronto va a volver. Quiero que haya justicia para tanto niño inocente que mataron”.
Hechos
Herido de dos balazos, fue llevado al hospital Yolanda Mayorga de Tipitapa y de ahí derivado al hospital Carlos Marx, donde falleció. Su familia asegura que murió al no recibir la atención médica de urgencia que necesitaba.
El 4 de junio de 2018, alrededor de las tres de la tarde, Salvador de Jesús Arévalo Martínez había llevado agua a las personas que protestaban contra el gobierno en el sector de AGRICORP, donde los manifestantes habían levantado una barricada. Al lugar se presentó una camioneta blanca marca Hilux propiedad de la Alcaldía municipal. Salvador dijo: “el que no la debe, no la teme” y se puso de pie, tras lo cual una persona a bordo de la camioneta le disparó dos balazos.
: “Que echen presos a los que mataron. El gobierno dice mentiras porque la verdad es que mi hijo era una buena persona. Lo recuerdo mucho, a cada momento… en la casa, en el panteón, en la calle. Me parece que está afuera y que pronto va a volver. Quiero que haya justicia para tanto niño inocente que mataron”.

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