Dodanim Castilblanco 

“Abrió el camino para que hubiera un cambio” 

Asesinado en Estelí el 30 de mayo de 2018 

Luis Amado Castilblanco Rodríguez, padre de Dodanim Yared, recuerda que su hijo estudiaba Ingeniería agroindustrial y ya había puesto en práctica sus conocimientos con la fabricación de una picadora de pasto y de unos hornos para secar semillas, ahumar queso y hacer pan. “Era muy amistoso, tenía amistades de todo tipo y un liderazgo nato. Todos los días llegaban amigos a visitarlo o a pedirle consejos. Tenía una inteligencia tan grande, aprendía solo, inventaba y era muy creativo. Él quería prepararse más y seguir estudiando”, dice. 

Dodanim tenía 26 años y era papá de dos hijos, una niña de diez meses y un varón de seis años. Su sueño era criar a sus hijos y prepararlos.  Su mamá, Aura Blandón, cuenta que Dodanim era “afectuoso y muy respetuoso. Siempre decía la verdad, le gustaba la justicia y rechazaba la violencia. Le gustaba ser justo en sus cosas y era capaz de servir sin esperar recompensa. Buen padre, buen esposo, buen padre, buen vecino, buen amigo”. 

“Era muy sociable, con todo mundo hablaba. Tenía amistades de todo tipo.  Era muy alegre”, comenta su esposa, Jackeline Judith Mairena. Y Magali, su hermana, relata que Dodanim era un joven polifacético, un padre amoroso y buen hermano. Era deportista y daba clases de taekwondo para los niños. “Además era muy creativo, estaba trabajando en un proyecto para crear pequeñas empresas y ayudar al desarrollo de la economía del país. Era una persona de hacer; no era muy expresivo, pero actuaba. Ganaba premios y donde llegaba con sus acciones transformaba, era líder. Abrió un camino y se unió a los jóvenes en contra de la injusticia”, subraya.  

Agrega que Dodanim conocía a los muchachos asesinados el 20 de abril en Estelí y su muerte lo indignó. Por esa razón se involucró en todas las marchas azul y blanco, incluyendo la del 30 de mayo, donde cayó asesinado en la zona de Los Arbolitos y El Mesón. Recuerda que la marcha terminó con una peña cultural en la Biblioteca Samuel Meza, y que al final de la tarde comenzaron los ataques de turbas, ex guerrilleros y antimotines.