Marcos Antonio Padilla Díaz

18 Años - Estudiante y deportista

 Marcos Antonio Padilla 

“Solo andaba una hulera y unas chibolas de vidrio” 

 

Asesinado en Chinandega el 6 de junio de 2018 

 

Marcos Antonio Padilla Díaz era un chavalo de sonrisa fácil y energía desbordante. Tenía 18 años y estudiaba el segundo año de bachillerato en el Instituto de Chinandega. Le encantaba bailar en las veladas del colegio y en las del Día de las Madres, pero su pasión era patinar y andar en bicicleta. Todas las tardes se iba al parque a patinar y su sueño era participar en un concurso en Costa Rica y regresar a Chinandega con un trofeo de campeón de patinaje. 

  

Originario de la colonia Roberto González de Chinandega, se crio con su abuelita, Argentina García, y dos tías maternas, Kerlin Grisel Oviedo y Mariam del Carmen García. Las tías lo recuerdan “como un chavalo alegre, divertido, carismático y muy sociable. Tenía su carácter y era a veces un poco rebelde, pero era más su alegría y su sonrisa”. 

 

Su abuelita afirma que al joven le gustaba trabajar y quería ganar dinero para construir un cuarto junto a su casa. “Si lo llamaban a limpiar un patio, él lo hacía; estuvo trabajando durante tres años como vigilante en unos billares y había empezado a trabajar en una venta de plásticos en el Mercado Central”, dice doña Argentina. 

 

La tía Kerling tenía una relación muy cercana con Marcos, pues era la que le ayuda con las tareas del colegio. “Él deseaba superarse, trabajar y poner una venta grande para tener su propio negocio, no depender de nadie, tener su dinero para darse sus gustos, vestirse bien y ayudar a su abuela. Era bien fachento«, recuerda Kerling.

 

Argentina García relata que cuando se anunció la reforma al seguro social, Marcos le expresó su inconformidad por la ley que afectaba a los jubilados. “Cómo es posible que les hagan esa barbaridad, quitándole el cinco por ciento de su pensión reducida, si es una miseria lo que les dan”, le decía a su abuela. Su indignación creció cuando vio los videos del ataque a un grupo de ancianos en León y entonces se fue a las protestas. A su mamá, que vivía en Costa Rica, Marcos le decía que iba a las marchas para defender la pensión de su abuela. 

La noche del miércoles 6 de junio, una marcha de jóvenes y pobladores auto-convocados que exigían la salida de Daniel Ortega del poder fue atacada por paramilitares y policías. A Marcos lo mataron en una calle cerca de la Alcaldía. “Yo no me daba cuenta de que él andaba en la protesta y fue como a las nueve y media de la noche que me avisaron que estaba muerto y que debía ir a la morgue del hospital España a reconocer el cuerpo”, cuenta la abuela. Kerling, mientras tanto, relata que a ella le avisaron casi a las nueve de la noche, pero tuvo que salir con mucho cuidado porque en la calle de la Alcaldía, cerca de su casa, había barricadas y era difícil pasar.  

 

En la morgue exigían que la familia llevara el ataúd para entregar el cuerpo. Cuando por fin le entregaron el cuerpo, la abuelita vio “que al muchacho le robaron todo lo que andaba, su dinerito, sus anteojos, todo… Lo único que me entregaron fue un pantalón camuflado que a Marcos le encantaba. Tomé el pantalón doblado y lo sentí pesado; al revisar sus bolsas encontré una hulera y unas chibolas de vidrio, todo lo que andaban los muchachos para defenderse de los paramilitares armados”. 


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