Alejandro Carlos Ochoa Acuña

18 Años - Estudiante de secundaria

Alejandro Carlos Ochoa Acuña 

“Él quería un cambio, no un gobierno de unos cuantos”

 

Asesinado en Jinotepe el 8 de julio de 2018

Griselda del Socorro Acuña Cruz recuerda que su hijo Alejandro Carlos era muy cariñoso, sonriente, dinámico y le gustaba salir con sus amigos. Era estudiante y se acababa de graduar de chef. Días antes de que lo mataran, Alejandro pensaba comprarle un vestido nuevo a su mamá para que subiera con él a recibir el diploma. Le gustaba cocinar carne de res, brochetas y pollo. Su sueño era poner un restaurante para ayudar a su mamá y a la familia.

Su padre, Alejandro Carlos Ochoa Umaña, lo recuerda así: “Era un muchacho rebelde, a veces hacía caso, a veces no. Le gustaba la música y la cocina. Quería viajar lejos para conocer a otras personas y aprender cómo cocinan en otros lugares. Era serio y recto, aunque también era alegre y hacía sus chavaladas… Le gustaba hacer acrobacias en su bicicleta y andaba con una pelota de 15 chavalos”.

El joven trabajaba con su papá en un taller de cuero dedicado a la confección de fajas, carteras y billeteras que entregaban para vender en las tiendas. El padre recuerda que él le “hablaba de la situación del país, de lo difícil que estaba. Al igual que otros chavalos se lanzó a la protesta, sin saber cuáles podrían ser las consecuencias. Él quería un cambio y criticaba al gobierno que solo respondía a los intereses de unos cuantos”.

Alejandro Carlos empezó a ir a las marchas y después a los tranques. “Les cocinó a los muchachos en los tranques”, recuerda su mamá. Se involucró en las protestas contra el régimen Ortega Murillo el 30 de mayo, después de la masacre perpetrada contra la marcha del Día de las Madres en Managua. Ese día, los auto-convocados de Jinotepe levantaron el tranque del colegio San José, uno de los más importantes por su posición estratégica en el circuito de la Carretera Panamericana. Toda la ciudad estaba atrincherada. Los muchachos exigían justicia.

 

El 8 de julio empezó la llamada Operación Limpieza ordenada por el gobierno. Paramilitares y tropas especiales de la Policía irrumpieron con armas de guerra contra las barricadas en Jinotepe y en Diriamba. Uno de los compañeros que estaba con Ochoa en el tranque relata: “Los paramilitares llegaron disparando. Nosotros estábamos detrás de una barricada resistiendo y los paramilitares retrocedieron un poco; él salió de la barricada a ver si se habían alejado, pero ellos estaban detrás de un muro. Lo ametrallaron a sangre fría, según dijo un compañero que lo vio caer a pocos metros de él”.

Sacar a Ochoa del sitio donde cayó fue una odisea. Sus compañeros lo trasladaron bajo una lluvia de balas disparadas por policías y paramilitares. “Un chavalo se arriesgó y de a rastras fue a sacarlo. Alejandro Carlos estaba boqueando, ahogándose en su propia sangre. Varios lo cargamos de la barricada al hospital”, recuerda su compañero. El joven llegó muerto al centro hospitalario, con balazos en el abdomen, en la espalda y en la pierna, según lo confirmó su madre al reconocer el cuerpo. “No lo pudimos velar y del hospital lo llevamos directo al panteón”, comenta doña Griselda en medio de su tristeza.

Alejandro Carlos fue uno de los 32 caraceños asesinados el 8 de julio de 2018 en una de las operaciones más sangrientas ordenadas por el régimen Ortega Murillo en contra de la población atrincherada en el departamento de Carazo. Según un recuento del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), la mayoría fueron asesinados o torturados y ejecutados durante la denominada Operación Limpieza. Todos eran jóvenes, tenían entre 17 y 25 años.

Para don Alejandro, el principal legado de su hijo es haberse sumado a las personas se alzaron en lucha contra un dictador genocida, para vivir en una patria en paz, tranquilidad y justicia. Dice que espera que los asesinos materiales e intelectuales paguen por su crimen, que se sepa quiénes fueron, quiénes proporcionaron las armas y quiénes dieron la orden de matar. “Que se sepa la verdad, por qué lo mataron si solo estaba protestando contra el gobierno. Es necesario mantener vivos a los héroes en la memoria y saber qué fue lo que pasó, para que estos crímenes no se repitan. Y que se vayan los que no pueden administrar el gobierno”, afirma.


Quiero Conocer más