Mario Antonio Martínez Peralta

18 Años - Obrero

Mario Antonio Martínez Peralta

“Las mamás no estamos solas. Nos une el mismo dolor”.  

 

Asesinado en León el 6 de julio de 2018

Fanny Mercedes Hernández, tía de Mario Antonio Martínez Peralta, lo describe como un chavalo muy inteligente, que a sus 18 años sabía soldar, repellar, hacer trabajos de carpintería y de electricidad: “Hacía aceras, embaldosaba y no había cosa que él no pudiera reparar. Llegó hasta sexto grado, pero era inteligente y todo inventaba. Trabajaba con el papá en albañilería y en todas las áreas de la construcción”.

Toñito, como le decían en el barrio, era una persona buena y luchadora. Se ganaba la confianza de las personas. Se llevaba bien con sus hermanos, pero era muy pegado con su tía. “Me tenía confianza, era poco expresivo y muy callado. Nunca le hizo daño a nadie… era un chavalo sensible ante los problemas de los demás y ayudaba a quien lo necesitaba. Quería ganar para ayudarle a su mamá”, recuerda Fanny Mercedes.

Su mamá, Claudia María Peralta Hernández, cuenta que cuando Toñito estaba en casa oía música, bailaba y se iba a la acera a platicar con sus amigos. “Era alegre, guapo y muy coqueto”, afirma. Relata que Mario Antonio anduvo un tiempo con la Juventud Sandinista “pero el Día de las Madres, llega y me dice: ‘Yo no estoy para andar matando a nadie y para eso me llamaron. Hasta aquí llegué yo con ellos’”.

Cuando la madre supo que Mario Antonio andaba involucrado en las protestas, ella le pidió que se apartara porque le podía pasar algo. Él le respondió: ¡Ay mama, usted a todo le tiene miedo! No tenga miedo, si vamos por una Nicaragua libre…

“Se pasó a los azul y blanco porque no le gustó lo que los del Departamental estaban haciendo. El miró que los de la JS llegaban a apedrear a los chavalos de los tranques”, asegura su tía.  “Así empezó a luchar con los chavalos y a participar en las marchas, y después que desmantelaron el tranque de la carretera a Chinandega se vino al tranque del Rastro Municipal, en León. Estuvo ahí hasta que hicieron la ‘limpieza’ de todos los tranques, el 5 de julio. Logró salir con vida y llegó a dormir a la casa”, agrega doña Fanny. Pero al día siguiente se fue con otros muchachos que andaban huyendo. Salió a buscar medicinas para un compañero herido y ya no volvió.

“A él  lo mataron el 6 de julio en el barrio La Pintora. Como a las ocho de la noche, el mismo muchacho que andaba con él me llegó a buscar muy asustado. Me dijo ‘A Mario lo mataron, a Mario lo mataron, nos emboscaron desde un carro. Llegaron dos camionetas y a él lo montaron ya muerto en la camioneta de la Policía’. Cuando oí eso me desesperé, me angustié y empecé a llamar a la familia, pero me dijeron que no saliera, que había mucha represión en Sutiaba”, cuenta la tía del joven.

Fanny Mercedes también recuerda que esa misma noche llamó al hospital donde les dijeron que estaba Mario, pero nadie le avisó que él estaba muerto: “Al día siguiente llego al hospital y  pregunto en la  entrada ‘¿Dónde está, en qué piso está?’, ‘No, me dicen, él está en la morgue’. A él le dieron 18 balazos. La Policía lo llevó a la una de la mañana desnudo y uno de ellos dijo: Aquí está este perro, no me le den ningún documento a su familia’”, expresa la tía.

Y agrega, sin ocultar su tristeza: “Nunca pensé llegar a ver a mi sobrino en ese estado. Tenía muchas perforaciones en su cuerpo, sus rodillas destrozadas. Su carita estaba intacta, no tenía ni un balazo y le vi su cabello, colochón. Me lo dieron y mi hermana se fue a conseguir una caja; no sé ni cómo hizo, ya es la ayuda de Dios. Hasta cinco días después ella reaccionó, se encerró y cayó en depresión. Ellos luchaban porque Nicaragua fuera libre, querían libertad y paz, pero la paz y el amor sincero que nos merecemos. Las mamás aparentemente estamos solas, pero a todas nos une el mismo dolor”.


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