Leyting Ezequiel Chavarría Pérez

15 Años - Estudiante

Leyting Ezequiel Chavarría Pérez

“Yo soy azul y blanco… ¡Viva Nicaragua libre!”

Asesinado en Jinotega el 24 de julio de 2018

Leyting Ezequiel Chavarría Pérez tenía 16 años y era estudiante de secundaria. Mantenía buena relación con sus hermanos y con su mamá, Mirtha Ibelis Pérez, a quien no veía como una madre sino como una chavala de su edad, al punto de que le decía, bromeando, que si salía con ella sus enamoradas lo iban a cortar

Mirtha describe a su hijo como un joven leal con sus amigos, que tenía muchas amigas, le gustaba el fútbol, los videojuegos y pasar tiempo con los chavalos del barrio. “Quería ser doctor o abogado”, comenta su mamá, quien lo regañaba porque iba a las marchas, pero él siempre le respondía que quería ver a Nicaragua libre.

Se involucró en las protestas después de ver en televisión las imágenes de la muerte de Alvarito Conrado; pensó que no era justo que estuvieran matando a los estudiantes, mucho menos a los niños, y comenzó a participar aún más después a raíz del asesinato de la familia en el barrio Carlos Marx de Managua.

Fue así como Leyting empezó a ir a las marchas y después a custodiar las barricadas. El lunes 23 de julio por la tarde hubo un fuerte despliegue policial en el barrio Camilo Ortega de la ciudad de Jinotega, donde unos 200 policías se desplegaron en el sector para atacar una marcha de auto-convocados. A las 4:30 de la madrugada del martes, los policías y paramilitares rodearon el área gritándole a los muchachos “¡Ríndanse hijueputas, porque ya entramos!”. Testigos relataron a la familia que un policía asesinó primeramente al joven Bryan Picado y después volvió a ver a Leyting. Éste levantó los brazos y le dijo que se rendía, pero al policía no le importó. “A vos también”, gritó, y le disparó a quemarropa.

“Yo me sentí como si me hubieran drogado, como si me hubieran metido anestesia o algo… estaba ahí pero no lo creía”, dice Mirta Ibelis, quien recogió a su niño de la calle para velarlo en la casa de sus tíos, bajo una fuerte vigilancia y asedio policial.

“El 25 lo sacamos de la casa a la una y media para llevarlo a la iglesia. La misa terminó a las tres y lo llevamos al cementerio. Dicen que hubo disparos en el entierro, pero la verdad yo no los oí; sería que estaba tan concentrada en él, que solo miré correr a la gente”, expresa la madre.

Para ella, Leyting dejó el ejemplo de un chavalo muy decidido, porque él decía que no le temía ni a la muerte. Incluso dejó unos audios diciendo “Yo soy azul y blanco, viva Nicaragua libre”.

La familia quiere que lo recuerden siempre como un niño valiente. “Tenerlo presente en cada momento y a cada instante, para que él viva siempre en los corazones de cada uno y de la nueva juventud. Que encontremos justicia… que pague exactamente el que le disparó”, dice la mamá entre lágrimas.

 


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