José Eduardo Trujillo Vanegas

19 Años - Conductor de caponera

JOSÉ EDUARDO TRUJILLO VANEGAS

«La patria es la patria, somos de la muerte»

 

Asesinado en Managua el 24 de junio de 2018

Originario del municipio de Tipitapa, conductor de caponera (ciclo-taxi), se conocía por estar siempre sonriente, alegre, bromista, servicial, popular en su barrio, amante de la música regué; le gustaba vestir bien, comprarse gorra. Asesinado al recibir dos balazos en el pecho, la tarde del 24 de junio de 2018, por un grupo de paramilitares que dispararon a él y dos de sus hermanos, en la cacería lanzada en contra de los jóvenes que habían a poyado los tranques, mientras transitaban por una calle de la ciudad de Tipitapa. José Eduardo Trujillo, su padre, dice: se había involucrado en las protestas desde el mes de abril 2018, recuerda  sus palabras: «La patria es la patria, somos de la muerte»

José Eduardo era el mayor de los hijos del primer matrimonio de su padre. “Eran cinco, él se llevaba bien con los más pequeños”. Cuando sus padres se separan queda al cuido de su padre desde la edad de 15 años. Convivía con él, su madrastra y sus cuatro hermanos.  Su padre trabajador de empresas de zona franca afirma, “nosotros somos una familia trabajadora, todos somos originarios de Tipitapa del barrio Jorge Navarro”. 

José Eduardo estudió en el Colegio Gaspar García Laviana, de Tipitapa, hasta sexto grado de primaria. No siguió estudiando, él me decía, «ya sé leer y escribir y los bachilleres están en la zona franca». Él comenzó a trabajar en las caponeras desde los 16 años” relata su padre, quien lo recuerda por su característica más destacada, la alegría. “Él era bien alegre, bromista, él era popular en el barrio». Desde niño hasta que lo mataron siempre fue sonriente, bromista, que le gustaba la música, como el regué. Cuando oigo regué o cuando veo una caponera me parece que lo voy a ver llegar. Le gustaba comprarse gorras y andar bien vestido para las novias. Los tres mayores andaban juntos en esto, con sus banderas y pulseras”. 

José Eduardo Trujillo padre, recuerda que desde que comenzaron las protestas se involucró, y solo vestía de azul y blanco; él siempre fue bien reservado, mis hermanos me decían, allá está José en los tranques, y yo le decía, hijo por favor, y me respondía “papá somos de la muerte”. Él casi no llegaba cuando yo estaba en la casa porque yo lo regañaba que no estuviera ahí.

El día de su asesinato su padre estuvo inquieto como si presintiera lo que acontecería a su hijo. Se encontraba en su casa de habitación, cuando fue avisado por una tía paterna de José Eduardo, cuyo esposo es conductor de taxi y fue uno de los primeros en ver a José Eduardo herido de bala. Mi hermana me llamó, me dijo hirieron a José. Yo creí que era un balazo en la pierna, nunca pensé que estaba muerto, y me fui en un taxi y le digo a la gente, no saben de un muchacho que llegó baleado, ahí me dijeron que iba muerto. Cuando estaba herido él dijo a sus hermanos, «no me dejen morir”, recuerda su padre con dolor.

Cuando entró al hospital miró el cuerpo de José Eduardo en una camilla con un tiro en el corazón que también hace constar la epicrisis de defunción en poder de la familia. «Me tire encima de su cuerpo y me puse a llorar, cuando levanto la cabeza está el montón de policías y el doctor que me dijo que el cuerpo iba Medicina legal y le dije que no, que qué más iban a hacer, si fue un balazo en el corazón el que tenía». «Putee a los policías y les dije que investigaran si fueron ellos quienes lo habían matado». Me lo llevé para mi casa y en el barrio recogieron para velarlo. A la vela llegó toda la gente, la familia, y los amigos. 

Su familia contó con una enorme solidaridad de sus vecinos quienes hicieron gestiones para realizar la vela y el entierro en el cementerio. «Yo voy domingo por medio, cada 20 días, 15 días, para que no se me pierda en el monte”, revela su padre.

 


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