Orlando Daniel Aguirre Córdoba

15 Años - Estudiante

Orlando Daniel Aguirre Córdoba

“Su solidaridad con las madres le costó la vida”

 

Asesinado en Managua el 30 de mayo de 2018

Yadira del Socorro Córdoba Obando tuvo cuatro hijos y Orlando era el menor. Tenía 15 años.  “Era un niño alegre, entusiasta, risueño y no le gustaba ver triste a la familia. Siempre reflejaba alegría y animaba a quienes anduvieran tristes. No se podía estar quieto, jugaba con todo el mundo, con los niños, con los adultos y los jóvenes. Con sus hermanos bromeaba mucho y como era el tierno le llevaban regalos, ropa, perfumes. Uno de ellos le regaló un celular, que el 30 de mayo dejó en la casa cuando se fue a la marcha”, relata la madre.

Orlando estaba en sexto grado y se inscribió en la Federación de Fútbol porque amaba ese deporte. También desde pequeño mostró interés por la música, le gustaba la batería y siempre andaba tocando con las pailas y en las paredes. Tenía dos sueños: el primero, ser un gran futbolista e ir a jugar a España, y el segundo tocar batería, el cual logró cumplir porque pudo estudiar en una academia de música y el pastor lo invitó a tocar en el templo.

Días antes del 30 de mayo, el joven le propuso a su mamá ir a la marcha convocada por las Madres de Abril. Lamentaba que esas madres no tuvieran ya a sus hijos. Doña Yadira no pudo acompañarlo porque estaba muy cansada. Él la felicitó por su día y se despidió tranquilo. “Ese día yo me sentí muy cansada y no fui a la marcha, pero no le quité a él el deseo de que fuera. Eran las madres y todos pensábamos que no iban a reprimir. Nadie se podía imaginar lo que iba a suceder, nadie pensaba que se atreverían a atacar. Y ese día yo me convertí en una de esas madres”, reflexiona con tristeza.

 

Doña Yadira supo por testigos que a Orlando le dispararon francotiradores que estaban ubicados en lo alto del Estadio. Como a las cinco de la tarde, recibió la llamada de una hermana de la iglesia avisándole que habían herido a su hijo y que unos muchachos en moto lo conducían al hospital. Recuerda que en su desesperación salió a buscar un taxi, pero nadie la quería llevar. Le costó llegar al hospital porque las calles estaban llenas de gente y la policía no dejaba pasar. Cuando por fin llegó, Orlandito había fallecido: “El médico me dijo que la bala entró por la costilla y le dañó un pulmón. Yo terminé gritando y pidiendo justicia a mi Señor”.

“Ya no hay alegría en mi casa, los cumpleaños de los otros hijos ya no son alegres porque me hace falta la alegría y un pedazo de mi corazón”, expresa la madre. “Recordar las bromas de Orlandito me hacen llorar. Nunca más habrá para mí un 30 de mayo, ese día no será para mí el Día de las Madres, porque ese día murió mi hijo”, agrega.

La madre espera que se haga justicia y que los culpables paguen por sus crímenes: “Quiero que se sepa la verdad, que el gobierno acepte que dio la orden de asesinar al pueblo. No voy a olvidar a nuestros hijos asesinados en esta lucha. Ellos luchaban por una Nicaragua libre, donde podamos expresarnos, donde haya justicia verdadera, donde podamos reclamar nuestros derechos que ahora están siendo pisoteados. Quiero recordar a Orlando como lo que él era: un niño alegre, lleno de energía y ganas de vivir.  Quiero recordar que su solidaridad con las madres que habían perdido un hijo le costó la vida”.

 


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