Noel Ramón Calderon Lagos

19 Años - Estudiante

Noel Ramón Calderón Lagos

“Su legado es que los jóvenes puedan crecer sin que los maten”

Asesinado en Managua el 16 de mayo de 2018

Noel Ramón Calderón Lagos tenía 19 años. Estudiaba segundo año de secundaria en el colegio Diriangén y trabajaba por días en una empresa embotelladora.

Era un chavalo introvertido y de carácter fuerte, pero le decía a su mamá que la amaba. “Desde que nació era un niño tranquilo, le gustaban los animales y las plantas. Era servicial, platicaba con todos y se ganó el corazón de los vecinos porque era amable y les hacía mandados y favores. Éramos una familia bonita, una familia unida. Todo era bonito, cuando él estaba”, relata la madre, Iris Magalis Lagos González.

“Miro su foto y siento que él va a volver, que me dirá mamita, te quiero mucho. Cuando yo volvía de la oficina, él estaba sentado en la esquina, bajo un palo y me decía ‘Hola mamita, ¿cómo te fue?’. Ya no lo oigo”, expresa Iris con infinita tristeza.

“Noel quería ser veterinario. Su sueño era tener una finca con todos los animales que pudiera. Llevaba animalitos a la casa, los curaba y después los dejaba ir. Le gustaban las flores y tenía buena mano pues todo lo que sembraba le florecía, ¡tenía bien lindo el jardín! Las vecinas le pedían que les ayudara a pegar las plantas. Se hacía querer, nunca tuvo problemas en el colegio y para mí fue alguien muy especial”, afirma su mamá.

El 18 de abril, Noel vio en las noticias del canal 10 cuando golpearon a los ancianos que protestaban por la reforma a la ley de pensiones el Seguro Social. “Mirá como golpearon a la viejita”, le dijo a su mamá. Se enojó mucho. Él decía que no se le debía quitar ni un peso a los ancianos. Al día siguiente se fue a meter a la UPOLI, para apoyar a los muchachos atrincherados.

El 20 de abril Noel no llegó a la casa y, al no tener noticias de él al día siguiente, su madre lo empezó a buscar. Fue a El Chipote, pero no le dieron información. Se fue a la UPOLI porque una vecina le dijo que su hijo estaba “en el mero desturque en el portón de la UPOLI”. Cuando lo vio venir todo sucio y con piedras en las manos, ella se lo quiso llevar, pero el chavalo le dijo que no se iría, que ahí estaba protegido. Y así lo hizo: estuvo atrincherado en la UPOLI desde la toma de la universidad hasta su asesinato el 16 de mayo a manos de paramilitares. Los doctores que atendían a los heridos en la defensa del recinto universitario le expresaron a doña Iris la profunda admiración que les inspiraba el joven, por su entrega a las importantes labores de logística en apoyo a la lucha.

Iris Magalis dice con determinación: “Yo quiero que mi hijo sea recordado como un héroe. No merecía que lo mataran, era un muchacho que velaba por el bienestar de los demás. Su legado es que Nicaragua salga adelante y sea libre, que aquí los jóvenes puedan crecer sin que los maten. Yo espero que se haga justicia y que paguen los que lo mataron, que paguen por tanto dolor.  Que sea una justicia limpia, sin impunidad, porque los cementerios están llenos de jóvenes aunque el gobierno lo niegue. Los hechos están, los muertos están. No puede decir el gobierno que los muertos no existen. Nosotros sabemos que sí existieron. Que se sepa lo que hicieron y que paguen con la cárcel”.


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