Hammer Jhoel García Salinas

19 Años - Estudiante

Hammer Jhoel García Salinas

“Eran estudiantes con sueños, con metas”

Asesinado en Tipitapa el 20 de abril de 2018

Hammer Jhoel García Salinas tenía 19 años y era universitario. Había empezado a estudiar Ingeniería en Sistemas en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI), pero abandonó la carrera para entrar a estudiar electrónica en la Vocacional. También hizo cursos de electricidad residencial y redes, que logró terminar a pesar de las dificultades económicas que enfrentaba la familia. Su mamá, Mayra Salinas Flores, recuerda que Hammer “se iba a la Vocacional sin dinero y sin merienda, pasaba todo el día y llegaba a la casa hambriento. Ya graduado, le dio por reparar todas cosas en la casa. Reparó unos abanicos viejos que había y construyó otros a partir de piezas y abanicos de computadoras”.

Tenía poco tiempo de estar trabajando en una empresa de zona franca. En el hogar había muchas limitaciones y Hammer deseaba ayudar a costear los gastos de la familia, conformada por la mamá, su hermana Kelly y su sobrinito Jeremy. “Fuimos una familia unida, porque desde pequeños induje a mis hijos en los caminos de Dios. Siempre andábamos juntos los tres y el nietecito. Hammer era reservado y tenía carácter fuerte. Como todos los hermanos tenían sus pleitos, pero los dos se protegían y se llevaban como una familia tranquila”, recuerda la madre.

Mayra Salinas relata que su hijo se dedicaba a su trabajo, a la iglesia y los domingos se iba a jugar fútbol. “Hammer soñaba con hacer su casa y quería trabajar para hacerme una casa con todas las comodidades, para que no tuviera que andar posando ni alquilando. Pensaba regresar a la universidad en el 2019 y terminar la carrera. Quería trabajar para ayudar a la familia, y también quería casarse”.

El joven se involucró en las protestas de manera indirecta. “Ese día él llegó del trabajo temprano, a mediodía, lavó toda su ropa y la tendió. En la noche estábamos todos juntos y él me quiso enseñar una foto de Richard Pavón, el joven que había sido asesinado el 19 de abril cerca de la Alcaldía de Tipitapa. Su hermana Kelly lo conocía porque habían estado juntos en la comparsa. Estaban comentando la muerte del muchacho, cuando se oyó el alboroto del lado de la rotonda; eran los paramilitares tirando bombas, balazos, de todo. Los vecinos y la chavalada salimos a ver qué pasaba. Después de la cena, parece que Hammer estaba con la inquietud, se salió al porchecito de la casa y cuando fui a buscarlo, ya no estaba. Se fue y no llegó en toda la noche”, cuenta doña Mayra.

Al día siguiente, alrededor de las 10 de la mañana, la madre preocupada por la falta de noticias le pidió a Kelly que fuera a buscar a su hermano. “Andá a la casa de su papá y si no está ahí buscalo donde la novia”, recuerda Mayra que le dijo a su hija. Pero Hammer no estaba en ninguno de los dos lugares, donde tampoco lo habían visto la noche anterior. La novia y su mamá decidieron salir a preguntar en la Policía, donde sus amistades y en el Hospitalito, lugar que visitaron primero, donde les dijeron que habían llevado a dos muchachos heridos y a uno fallecido. La doctora le pidió a Mayra que describiera a su hijo, pero al mencionar la pulserita que portaba el difunto la madre supo que se trataba de Hammer.

“Mi hijo era inocente, no era un delincuente, no era un asesino. Era un ser humano y no merecía que lo mataran. Siempre fue cristiano y nunca estuvo involucrado en nada.  Quiero que lo recuerden como a un niño. Era un niño malcriado, pero tenía un corazón dadivoso. No logró hacer lo que soñaba”, se lamenta. “Sigo esperando que se haga justicia. Que no haya más muertes y que las personas que lo mataron paguen por su vida y por todas las muertes inocentes. La verdad que quiero que se sepa a nivel mundial, es que estos jóvenes no eran delincuentes, eran estudiantes con sueños, con metas. Eran muchachos de corazón limpio con deseos de superación.


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