Darwin Ramón Postome José (Comandante Fafo)

33 Años - Zapatero

Darwin Ramón Potosme José 

“Hay que darlo todo, sin miedo”

 

Asesinado en Masaya el 17 de junio de 2018

Darwin Potosme tenía 34 años y su apodo era “Fafo”. Murió asesinado por un francotirador en el Parque Central de Masaya, a pocos metros de la estación de Policía. Su mamá, María Andrea José, relata que era un hijo cariñoso, amoroso, alegre; era el que hacía la bulla en la casa y le gustaba dar bromas. Tenía muchas amistades porque era sociable y atento con los vecinos. Como todo monimboseño, también era buen artesano y le gustaba pintar cuadros, que vendía en el mercado de artesanías.

Darwin había estudiado computación y después entró a la Academia de Policía, donde se graduó, pero pidió su baja en 2012 porque no le gustaba que lo llevaran a operativos fuera de su jurisdicción. Se regresó a la casa a trabajar en cuero, el que se utiliza para confeccionar   sandalias. Soñaba con tener un negocio propio. Su hermana, Meylin Potosme, recuerda que eran muy unidos y que pasaban alegres en las fiestas de la familia, en los cumpleaños de la mamá y de la abuelita.

A “Fafo” le encantaban las fiestas tradicionales de Masaya, como el Torovenado, y una vez hasta se vistió de mujer y salió en el Baile de Negras con los otros amigos del barrio. Desde chiquito su pasión fue el fútbol y cuando creció se hizo entrenador en el colegio Salesiano Don Bosco. Entrenaba a los jóvenes y organizaba ligas infantiles que competían en campeonatos. Edwin Monge, su hermano, dice que en los partidos de fútbol Darwin siempre los animaba a dar lo mejor de uno: “Hay que darlo todo, sin miedo”, les decía.

Doña María Andrea recuerda que la lucha empezó cuando reprimieron a los ancianos que protestaban en Masaya por las reformas a la ley de pensiones. Darwin se involucró desde el principio en las protestas y cuando empezó la represión ayudó a organizar el Grupo Guardabarranco  en Masaya. El 19 de mayo, durante la visita de los miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a Masaya, él fue uno de los que denunció haber sufrido lesiones por un morterazo disparado por la Policía y amenazas de muerte por parte de miembros de la Juventud Sandinista. “Después de un mes de haber empezado la lucha yo vi que eso era imposible y le pedí que desistiera, pero él respondió que no, porque quería una Nicaragua diferente para sus hermanas”, expresa la madre.

El 17 de junio a las cinco de la mañana sonaron las campanas de la iglesia San Sebastián avisando que había un ataque de policías y paramilitares contra las barricadas. La hermana de Darwin salió a buscarlo al tranque cercano a la casa. Sus compañeros le dijeron que no estaba y que tampoco respondía el teléfono celular. Como a las seis alguien llamó para decirles que lo habían matado. Un francotirador  le disparó un tiro certero a la cabeza. “Era muy querido, y en medio del dolor me dio mucha satisfacción ver a tanta gente en el entierro. No alcanzaba la gente en el cementerio, parecía procesión de San Jerónimo”, relata su mamá.

Las notas de la Danza Negra acompañaron el funeral en el Cementerio Central de Monimbó. Después de su muerte, la familia se sintió comprometida con su memoria y siguió apoyando la protesta. “Hay que recordarlo como alguien que quiso un cambio en Nicaragua. Murió tratando de defender a un pueblo. Su familia lo recuerda y sigue su ejemplo”, afirma doña María Andrea José.


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